jueves, 12 de septiembre de 2013

Percy Jackson: Sea of Monsters


Ok, como diría el queridísimo Abel Pacheco, enough is enough.

La primera entrega de esta saga me gustó mucho, imaginativa y fresca, a pesar de que la crítica la destrozó sin piedad, pero esta secuela creo que lleva las cosas a extremos que nunca debieron transitarse.

Percy (Logan Lerman) semidios hijo de Poseidón, recibe la noticia de que tiene un medio hermano, otro semidios, cíclope, de nombre Tyson (Douglas Smith) y en medio de un ataque de celos por no ser único y al parecer tampoco el más querido hijo de su padre, se ve envuelto en una búsqueda del tesoro junto con sus compinches Annabeth (Alexandra Daddario) hija de Atenea y el Sátiro Grover (Brandon T. Jackson), con la meta de encontrar una reliquia conocida como el vellocino de oro y que tiene propiedades curativas, imprescindibles para sanar a Thalia, la hija de Zeus que fue convertida en árbol y que protege la escuela de semidioses de las amenazas del exterior.

Thalia fue envenenada por Luke (Jake Abel), hijo de Hermes, quien ha sido seducido por Cronos, que lo necesita para que encuentre el vellocino de oro y lo utilice para liberarlo de la maldición que lo tiene cautivo en el Tártaro.

La misión de Percy y compañía los lleva al mundo común, en el que se encuentran con muchos seres mitológicos, que se confunden disfrazados entre los hombres, al mejor estilo de los extraterrestres de Men in Black.

La travesía es un ajiaco entre la Iliada y Piratas del Caribe que realmente confunde a propios y extraños.

No me malentiendan, la película es entretenida, los efectos especiales muy bien logrados, las peleas más importantes son impresionantes y de alguna forma la idea de modernizar una historia de 6 mil años de antigüedad, pues no deja de ser atractiva, pero en general, la historia está llevada demasiado a los límites de la ridiculez y eso la hace perder fuerza.

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