domingo, 1 de agosto de 2010

When in Rome

Esta película es perfecta para explicar mi relación con el cine. Se que 'When in Rome' o 'La boda de mi hermana' como le pusieron en español, no es ni por asomo una pieza de culto del séptimo arte. Los críticos la destrozaron, la vomitaron y la lanzaron a los perros. Que la línea argumentativa no existe, que la historia es trillada, que las actuaciones son débiles, que, que, que y mil que's más.

A mi en cambio me encantó. Es una historia tonta, ya lo se, pero me encanta creer que es posible, con todo lo cursi que eso parezca, y por eso adoro el cine, porque me permite creer, aunque sea por un rato, que experiencias cursis, sosas e imposibles, si que son posibles, son posibles en la pantalla y son posibles de ahí en adelante en mi mente.

Estas historias de amor casi quinceañero, de emociones fresas y finales Disney, me encantan. Disfruté cada pieza que construía la relación entre Beth (Kristen Bell) y Nick (Josh Duhamel). Cada acción que llevaba a que ella se convenciera de que él era el hombre de su vida, me causaba satisfacción y alegría.

Disfruté muchísimo esta tonta historia de amor, de fuentes mágicas y encuentros imposibles, y la vería de nuevo si la encontrara en cable o en una tarde de palomitas con lluvia y truenos. A fin de cuentas, de eso se trata el amor, de creer que lo imposible no lo es tanto.

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