Esta película es la secuela de 'Tres metros sobre el cielo', y también se basa en la secuela de la novela que dio origen a aquella película, escrita por Federico Moccia, llamada 'Ho voglia di te'.
La acción sucede dos años después de lo narrado en la primera entrega, y nos presenta a Hache (Mario Casas) regresando de Inglaterra, donde se refugió tratando de olvidarse de Babi (María Valverde). Al llegar a casa tiene decidido hacer un cambio en su vida, dejar la vorágine de las carreras de motos, trabajar y convencerse de que superó su ruptura.
Pronto encuentra a Ginebra (Clara Lago), o 'Gin' como a ella le gusta que le llamen, una artista, loca, desinhibida, apasionada y con suficiente energía para mantenerle el paso a Hache. Es evidente que se enganchan desde que se conocen, pero Hache sigue dudando de si puede librar a su corazón del lugar enorme que sigue ocupando Babi.
La película, con menos acción que la anterior, ahonda más en el conflicto sentimental que se despierta en Hache, a quien atormentan aun más con la introducción de su madre, con quien tiene una ruptura desde la película anterior, añadiendo más conflictos a su cabeza.
Nuevamente hay otras historias paralelas, que se entrelazan en la vida de los protagonistas de forma magistral. No se si virtud del guionista o del escritor de la novela.
Esta entrega si me quedó debiendo artísticamente. La fotografía nuevamente es cuidada con mucho esmero. Es impecable. Pero la magnificencia de los escenarios de la primera película no se repitió en esta. Lo mismo me pasó con la música, que aunque sigue siendo muy buena, no es tan impactante como en la precuela.
Aun así, la película me gustó mucho. Con una historia de amor más maduro, se desnudan los finos hilos del corazón, que se enganchan entre las personas mucho antes de que sean conscientes de la fijación, solo para que en el momento adecuado se soquen nudos y amarras, y de forma irremediable, colisionamos con esa otra persona: un amigo, un amor, un enemigo... eso es teoría de relaciones para principiantes.
Queda uno esperando algo más. Vamos a ver si a don Federico se le ocurre una tercera novela. Crucemos los dedos.
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